El Triple de Ansley SÍ entró. Por JuanMa Rodríguez y Daniel Peinado
Dos míticos abonados del Club, que hace 20 años eran unos chavales, nos cuentan cómo vivieron aquella Final del 95. Os damos una pista, uno de estos aficionados está detrás de la mítica máscara de Gorila tan característica en el Fondo D del vetusto Ciudad Jardín.
Mike Ansley cruzó la línea de media pista para jugarse el 1x1 más importante de la historia del baloncesto malagueño. Todas las emociones, ilusiones, sudores y gritos que se agolpaban entre las paredes del recordado Ciudad Jardín se detuvieron a la espera de alcanzar el milagro. Era el momento soñado después de una mágica temporada. Entre los más de 5000 espectadores que llenaban las gradas, hubo alguien que no quiso ver si el balón lanzado por el “mejor cuatro de Europa” nos permitía ser campeones frente al todopoderoso Barça. Y él nunca pudo comprobar en directo que el famoso triple de Ansley SÍ entró.
Nosotros, igual de jóvenes que hoy pero con 20 años menos, habíamos llegado tres horas antes del partido. En el mítico Fondo D, fila 6 y con toda la parafernalia habitual: careta de gorila, pancartas varias, banderas cosidas por nuestras madres, camisetas del Caja Ronda (verde y morado, que por aquí gusta mucho), calcetines de idénticos colores (regalo de las abuelas) y la bocina, que servía de acompañamiento musical a todos los cánticos dedicados a la plantilla (“Musho Nacho, musho Nacho, eh, eh” o “Kenny, Kenny Miller”) y las canciones que Arquimbau ponía en la inaudible megafonía del pabellón. Para evitar lipotimias y desfallecimientos entre la afición en una noche que prometía ser larga e intensa, la garrafa de agua de 8 litros de “Sierra Bonela” que llevamos fue de gran ayuda, aunque dudamos que hoy nos la dejaran pasar al Palacio ni aún quitándole el tapón.
Con el objetivo de amenizar la espera, el graderío colaboró en la delicada tarea del cortado de toda la publicidad que pudimos recabar en los buzones de casa en los días anteriores. Los minutos para el inicio del partido transcurrían entre ovaciones al equipo durante el calentamiento, afinar las gargantas cantando el primer himno “no oficial” del club (esa versión del “Novio de la Muerte de la ACB” que se gestó en el autobús camino al 2º partido de cuartos ante Estudiantes) y dedicarle los saludos habituales a la familia de D. Alejandro y su pléyade de grandes deportistas (donde Epi siempre fue un señor).
Llegado el momento de la presentación del equipo, Ciudad Jardín se convertía en una fiesta colorida con el parquet inundado por cientos de serpentinas que se lanzaban desde los asientos colindantes al palco y una incesante lluvia de papelillos. Un equipo de cantera del Sur de España, lleno de jóvenes hambrientos de gloria, con un trío de extranjeros de campanillas y un cuerpo técnico de la casa había llegado al 4º partido de la final con todas las opciones de ser campeón de Liga ACB. Toda Málaga y toda España esperaba con interés el partido; las audiencias de Televisión Española así lo atestiguaban.
Lo dieron y lo dimos todo, en la pista y en la grada. Encestaron y vitoreamos. Rebotearon y gritamos. Saltaron y saltamos. Los bancos del Fondo D se descuajaringaban a cada triple de Mike, Serguei y Manel, en el alley-hoop de Nacho con Kenny, con los ganchos a la remanguillé de Alfonso y el coraje y, por supuesto, calidad de Gabi, Curro y Dani.
La ciudad vibró ese día tal y como lo llevaba haciendo desde hacía varias semanas. Disfrutamos y saboreamos un momento histórico (lo que hoy sería un auténtico “trending topic mundial”). Fuimos privilegiados por vivir el despertar de la época dorada (aunque por siempre, verde y morada) de nuestro club de los amores, Unicaja.
Y cuando el balón salió de las yemas de los dedos de Ansley, quien se había resistido a ver el lanzamiento, comprobó que SÍ entró. Lo hizo por y para siempre en la historia y en nuestros corazones. Gracias por hacernos disfrutar del Baloncesto.
JuanMa Rodríguez Cáceres
Daniel Peinado Agó
Nosotros, igual de jóvenes que hoy pero con 20 años menos, habíamos llegado tres horas antes del partido. En el mítico Fondo D, fila 6 y con toda la parafernalia habitual: careta de gorila, pancartas varias, banderas cosidas por nuestras madres, camisetas del Caja Ronda (verde y morado, que por aquí gusta mucho), calcetines de idénticos colores (regalo de las abuelas) y la bocina, que servía de acompañamiento musical a todos los cánticos dedicados a la plantilla (“Musho Nacho, musho Nacho, eh, eh” o “Kenny, Kenny Miller”) y las canciones que Arquimbau ponía en la inaudible megafonía del pabellón. Para evitar lipotimias y desfallecimientos entre la afición en una noche que prometía ser larga e intensa, la garrafa de agua de 8 litros de “Sierra Bonela” que llevamos fue de gran ayuda, aunque dudamos que hoy nos la dejaran pasar al Palacio ni aún quitándole el tapón.
Con el objetivo de amenizar la espera, el graderío colaboró en la delicada tarea del cortado de toda la publicidad que pudimos recabar en los buzones de casa en los días anteriores. Los minutos para el inicio del partido transcurrían entre ovaciones al equipo durante el calentamiento, afinar las gargantas cantando el primer himno “no oficial” del club (esa versión del “Novio de la Muerte de la ACB” que se gestó en el autobús camino al 2º partido de cuartos ante Estudiantes) y dedicarle los saludos habituales a la familia de D. Alejandro y su pléyade de grandes deportistas (donde Epi siempre fue un señor).
Llegado el momento de la presentación del equipo, Ciudad Jardín se convertía en una fiesta colorida con el parquet inundado por cientos de serpentinas que se lanzaban desde los asientos colindantes al palco y una incesante lluvia de papelillos. Un equipo de cantera del Sur de España, lleno de jóvenes hambrientos de gloria, con un trío de extranjeros de campanillas y un cuerpo técnico de la casa había llegado al 4º partido de la final con todas las opciones de ser campeón de Liga ACB. Toda Málaga y toda España esperaba con interés el partido; las audiencias de Televisión Española así lo atestiguaban.
Lo dieron y lo dimos todo, en la pista y en la grada. Encestaron y vitoreamos. Rebotearon y gritamos. Saltaron y saltamos. Los bancos del Fondo D se descuajaringaban a cada triple de Mike, Serguei y Manel, en el alley-hoop de Nacho con Kenny, con los ganchos a la remanguillé de Alfonso y el coraje y, por supuesto, calidad de Gabi, Curro y Dani.
La ciudad vibró ese día tal y como lo llevaba haciendo desde hacía varias semanas. Disfrutamos y saboreamos un momento histórico (lo que hoy sería un auténtico “trending topic mundial”). Fuimos privilegiados por vivir el despertar de la época dorada (aunque por siempre, verde y morada) de nuestro club de los amores, Unicaja.
Y cuando el balón salió de las yemas de los dedos de Ansley, quien se había resistido a ver el lanzamiento, comprobó que SÍ entró. Lo hizo por y para siempre en la historia y en nuestros corazones. Gracias por hacernos disfrutar del Baloncesto.
JuanMa Rodríguez Cáceres
Daniel Peinado Agó